El Envero, los colores mágicos del viñedo

Estaba siendo un verano muy caluroso ;  Julio había sido un mes con unas temperaturas registradas  mayores a las del año  anterior y había batido el record,  sin duda , en el número de olas de calor sufridas en los últimos 40 años ; mientras que Agosto lejos de llegar con aire fresco continuaba con las temperaturas  tan altas que parecía que el verano no llegaría a su fin.

Ana estaba inquieta aquellos días, un exceso de sol podría traer como consecuencia   vinos con aroma a quemado, y sabores a uva pasa  asi como retrogustos amargos .

Habia estado paseando esa mañana por su «terruño» como solía llamarlo ella , un viñedo  de más de  400 hectareas situado en uno de los mejores pagos de la Rioja Alta , para ver precisamente como iba madurando la uva.

La variedad tempranillo  era la más abundante aunque tenía también un buen número de cepas de Cabernet Sauvignon  y Garnacha con las que conformaba cada año sus famosos caldos.

Recogió unas cuantas uvas y realizó una cata rápida para asegurarse de que el hollejo y la pepita estaban en un momento óptimo de maduración . Observó que el tamaño  de las bayas era bueno y no notaba ninguna disminución del peso con respecto a otros años, además  estas uvas que hasta ese momento se habían mantenido verdes y duras estaban más blandas y  daban paso a un nuevo color más rojo. Podía sentir la cantidad de azúcar que se iba acumulando en ellas y que poco a poco junto con la acidez y los polifenoles conformarían la estructura de sus vinos.

No debía descuidarse ni un minuto ya que durante estos dias se iban a producir los cambios más importantes en la uva y que determinarían la calidad del vino en esta nueva cosecha.

Asi que llevó una muestra al laboratorio, donde el equipo técnico se ocuparía de este proceso  fundamental de muestreo para concretar si se podía empezar a vendimiar. Ana sabía que era uno de los procesos más importantes del año y no podía permitirse ningún error por eso contaba con un excelente equipo de profesionales donde  como cada año, una vez trituradas las bayas  lograrían obtener un mosto que les permitiría analizar la acidez y el alcohol  y conocer el nivel de maduración real de la uva.  Ella sabía que la maduración es un proceso complejo y ésta debe definirse para cada viñedo en función de los objetivos marcados y con esto determinar la fecha de la vendimia.

Para Ana, este cambio gradual de color en la uva , tan llamativo, donde en un mismo racimo se podian ver tonos rosados , rojos o violetas intensos sin ningún orden preestablecido, nunca dejaba de asombrarle. Era una enamorada del campo y no podía esconderlo… Ya estaba ahí, el envero cada verano le traía la magia del color al viñedo y el aviso indiscutible de que la vendimia estaba a la vuelta de la esquina.